Parece de sentido común suponer que todo estudio antropológico penetra en espacios culturales para lograr separar sus espesos componentes y presentarlos claramente definidos en descripciones etnográficas, a las que Cliford Geertz (1973) llamó
“densas”. Sin embargo, sigue siendo un reto para los investigadores trascender el
nivel sociológico o ir más allá de un análisis discursivo, dejando así a la etnografía y
a su correspondiente tratamiento etnológico en segundo plano. Dicha separación de
los componentes que configuran un espacio cultural debe tomar en cuenta varios
niveles de análisis: un nivel de los acontecimientos y las prácticas, donde observamos las performances de colectivos sociales en un momento determinado, es decir,
un nivel etnográfico…